por Juan Carlos Cortés Piñeros
Año tras año, desde 1873, el 20 de julio se recubre de un aura especial, pues la fecha fue seleccionada -por seres humanos de carne y hueso, que hubieran podido escoger muchos otros días del año- para recordar la independencia. ¿Por qué reflexionar sobre la independencia? ¿Qué pertinencia puede tener pensar los albores del siglo XIX en un momento como el que atravesamos como humanidad? En un contexto en que los ciudadanos del mundo -no solamente los que nos reconocemos como colombianos- nos preguntamos por el carácter excluyente de nuestras sociedades, en que observamos gobiernos despóticos, momentos en que buscamos espacios de diálogo -como los procesos de paz- para subsanar desigualdades históricas, en que queremos que la calidad de vida digna y la participación en la toma de decisiones no sean un privilegio, y en que el futuro ecológico del planeta no se ve con optimismo, mirar esa historia nos permite diagnosticar unas continuidades preocupantes para tomar rumbos mejores.
La celebración de cada 20 de julio tiene un carácter excluyente, y reconocerlo es la base para que la memoria de la sociedad se torne más integradora, inteligente y crítica. Quiero mencionar tres frentes desde los que dicha conmemoración es nociva para los proyectos que buscan una sociedad más participativa y justa: primero, distorsiona los hechos históricos; en segundo lugar, refuerza la fragmentación regionalista ; por último, las celebraciones que hoy organiza el Estado respaldan el elemento militar en oposición a otras fuerzas sociales de gran importancia.
El 20 de julio de 1810 enmarca el famoso acontecimiento anecdótico -y sobredimensionado- del florero roto, así como la instauración de una junta de notables en Santa Fe. Sin embargo, lo primero es preguntarse ¿Quiénes se independizaron? Aunque la respuesta más obvia parece ser que fueron los colombianos, no es así; como lo menciona Rueda (2009) lo que se independizó fue la Nueva Granada: una entidad política, territorial, económica y social muy diferente a lo que entendemos por Colombia.
Entonces ¿Se independizaron los neogranadinos frente a los españoles? Tampoco es tan sencillo como lo pintan. El mito de la historia patria enfrentó a españoles y criollos -y, algunas veces, incluso usa la palabra colombianos-, que para Rueda (2009, p. 42) han sido tradicionalmente denominados bandos “republicano” y “realista” o “independentista” y “realista”, y que para Tarazona (2013, p. 140) se pueden denominar “libertadores” buenos y “colonizadores” malos; sin embargo, la historiografía reciente ha demostrado que había una multiplicidad de agendas políticas con intereses particulares cuando la independencia sucedía, e incluso algunas de ellas, como las agendas políticas de las clases populares, antecedieron por mucho a las de las élites independistas (Rueda, 2009).
Por ejemplo, confluyeron los intereses diversos de “La Corona, sus burócratas, los comerciantes, los indios, el campesinado y los negros libres o esclavizados (…)” (Rueda, 2009, p. 46): el proyecto republicano de la independencia tenía múltiples tensiones, por ejemplo con los negros y mulatos artesanos (Rueda, 2009, p. 56) y con gran parte de los indígenas, quienes veían a los criollos como sus enemigos de varios siglos. Las élites -regionales y con proyectos incluso opuestos entre ellas-, sentían un sentimiento de superioridad étnica (Rueda, 2009, p. 52) y no pensaban la independencia con el objetivo de construir la igualdad, como sí la veían miembros de las clases populares; tanto es así que “ (…) los principales líderes republicanos del Cauca son esclavistas; estos adhieren al movimiento de la independencia solo en la perspectiva de un proyecto de emancipación política respecto a España, y no sobre la base de un programa social” (Rueda, 2009, p. 52).
Otra tendencia que distorsiona el conocimiento sobre la historia es pensar la independencia como un hecho que se puede explicar desde Colombia -o desde la Nueva Granada, si hablamos en términos correctos-, sin tener en cuenta las condiciones que había en el resto del planeta, las crisis europeas, el flujo de ideas, la toma de referentes revolucionarios; relacionado con esa mirada transnacional, el comentario de Reyes (2009, p. 3) resulta pertinente Reyes (2009, p. 3): “Hoy es claro que las independencias americanas fueron parte del proceso de derrumbe del imperio español en un contexto internacional de revoluciones liberales”, y la autora resalta nuevas interpretaciones e investigaciones sobre que no fue que América ganara sino que España dejó perder sus colonias.
Como expuse, el segundo motivo por el que la mitología nacionalista es nociva es que favorece el regionalismo. La selección de la fecha del 20 de julio para todo el país implica un subtexto de que lo que pasa en Bogotá -palabra de hoy- debe importarle a todos, y de que Colombia es lo que es gracias a Bogotá -centro urbano llamado Santa Fe en ese entonces-; esa configuración del calendario patriótico sucede a pesar de que, como asegura Rueda (2007), Santa Fe no fue la primera ciudad en levantarse contra los españoles. Y quienes no apoyaban el proyecto republicano eran estigmatizados (Rueda, 2009): por ejemplo, los indígenas de Pasto, quienes apoyaban a la Corona porque sabían de las ansias criollas de tierra y recursos, fueron tildados a principios del siglo XIX como retrasados, ignorantes, fanáticos, faltos de comprensión. Dicho territorio quedó marcado así hasta nuestros días, pues escuchar chistes sobre pastusos es tan común como ver a los indígenas protestando para que su territorio sea respetado y sus recursos no sean usurpados: aún hoy vemos la validez de sus argumentos.
El tercer problema sobre la manera como se conmemora el 20 de Julio tiene que ver con los rituales que hoy se realizan: Es el elemento militar el que es celebrado, pero no se recuerda que quienes integran la nación también son negros, indígenas, campesinos, habitantes de diversa capacidad adquisitiva, y la nación no se construye únicamente por la acción de la fuerza y la guerra: la exigencia de una celebración más critica, incluyente, pacífica y consciente está aún pendiente, por lo sigue en expansión esa deuda de memoria.
Soy consciente de que despojarse del mito nacionalista es difícil, pues su contenido es ampliamente difundido mientras que la información veráz se encuentra con más esfuerzo y tiempo, sumado a las bajas tasas de escolaridad que imperan en el planeta. Y es que si uno busca las palabras clave “20 julio Colombia en google, los resultados son exasperantes: de los 11 sitios web que me aparecieron en la primera ventana de hallazgos, solamente la fuente 6 (de la lista referenciada al final del texto) aparecen con un autor especificado; 10 de 11 (específicamente los materiales 1,2,3,4,5,6,8,9,10,11) enfrentan a criollos y españoles sin considerar otros grupos sociales involucrados; solamente 1 de 11 (fuente 7) reflexiona sobre el hecho de que la fecha fue seleccionada por santafereños que querían imponer su proyecto a escala nacional; y ninguno aclara que lo que se independizó de España no fue Colombia (que existe bajo ese nombre desde finales del XIX) sino la Nueva Granada, ni aclaran que la democracia no se fundó de inmediato, ni mencionan siquiera que el territorio geográfico que abarcaba era radicalmente diferente al que conocemos hoy en día. Entonces, lo más probable es que dicha información limitada continúe circulando.
¿Todo esto significa que no deberíamos pensar en las agendas nacionales colombianas? Por supuesto que no: el 20 de julio, así como toda fecha patria, debe ser ocasión propicia para preguntarnos por las desigualdades estructurales, las deudas históricas que unos actores sociales tienen con otros, para pensar nuevos rumbos, para buscar mayor claridad sobre la dirección correcta del timón. Más que para celebrar, las fechas deberían ser un recordatorio reflexivo de los cambios que tenemos pendientes.
Referencias de búsqueda en google “20 julio Colombia” el 13 de julio de 2021:
Referencias Académicas:
Acevedo, Á. (2013) La Independencia hoy. Reflexiones sobre un balance historiográfico. Historia y Sociedad, 25, pp. 137-155. Recuperado de https://revistas.unal.edu.co/index.php/hisysoc/article/view/41926/43653
Reyes, C. (2009) Balance y perspectivas de la historiografía sobre Independencia en Colombia. Historia y Espacio, 5 (33). Recuperado de https://historiayespacio.univalle.edu.co/index.php/historia_y_espacio/article/view/1727/1833
Rueda, R. (2007) El 2o de Julio de 1810. Un Episodio de Protesta Urbana en Bogotá. Memoria y Sociedad, 11 (23), pp. 117-135. Recuperado de https://revistas.javeriana.edu.co/index.php/memoysociedad/article/view/8092
Rueda, R. (2009) La Participación Popular En La Independencia De Nueva Granada Según La Historiografía Reciente. Un Balance. Procesos. Revista Ecuatoriana de Historia, 29, pp. 41-64. Recuperado de https://repositorio.uasb.edu.ec/bitstream/10644/1860/1/RP-29-ES-Rueda.pdf
Cookie | Duración | Descripción |
---|---|---|
cookielawinfo-checbox-analytics | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Analytics". |
cookielawinfo-checbox-functional | 11 months | The cookie is set by GDPR cookie consent to record the user consent for the cookies in the category "Functional". |
cookielawinfo-checbox-others | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Other. |
cookielawinfo-checkbox-necessary | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookies is used to store the user consent for the cookies in the category "Necessary". |
cookielawinfo-checkbox-performance | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Performance". |
viewed_cookie_policy | 11 months | The cookie is set by the GDPR Cookie Consent plugin and is used to store whether or not user has consented to the use of cookies. It does not store any personal data. |
Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, con Maestría en Derecho y Economía de Seguros de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Ha desempeñado cargos públicos desde 1999 como Secretario General de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, Procurador Cuarto Delegado ante la Sección Tercera del Consejo de Estado, Vicepresidente de la Comisión Nacional de Control y Asuntos Electorales de la Procuraduría General de la Nación, y desde el 2015 hasta el 2019 fungió la Dirección General de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Desde 1999 y hasta la fecha, ha sido Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana y ha publicado diferentes artículos en las Revistas Oficiales de la Universidad, como también, ha escrito y publicado varias obras jurídicas publicadas por la misma Facultad, de estas destacan Lecciones de Derecho Procesal Administrativo y Derecho Procesal Administrativo Tomo I y II, entre muchas otras.
Actualmente se desempeña como Director General de la Fundación Colombia 2050.