Los procesos de aceleración tecnológica y los efectos de la pandemia COVID-19 han dejado en evidencia la importancia de contar con modelos de negocio disruptivos, frente a estas cuestiones es esencial considerar la innovación y la tecnología como pilares fundamentales para el fortalecimiento de la competitividad y del tejido empresarial colombiano.
En respuesta a estas necesidades, las Fintech entendidas como “el conjunto de empresas no financieras que usan la tecnología digital y herramientas asociadas –computación en la nube, blockchain, Big Data, inteligencia artificial, redes sociales, etc. – para prestar servicios financieros a consumidores y empresas de una forma innovadora y bajo nuevos modelos de negocio” (Rojas, 2016), se han consolidado como un sector clave en el tejido empresarial colombiano en tanto “en el país se pasó de tener 260 compañías a 322 que desarrollan Fintech (…) de las cuales el 67% de las Fintech son microempresas, 19% son pequeñas, 8% son medianas y el 6% son grandes” (Portafolio, 2021). Es por esto, que nace la necesidad de agremiar startups de tecnología e innovación financiera en Colombia Fintech.
Colombia Fintech, nace con el propósito de “(…) desarrollar un ecosistema Fintech innovador de productos y servicios financieros confiables e incluyentes, en colaboración con el Gobierno y el sector financiero, que generen mayor fortalecimiento e inversión en la economía” (Espinal, 2018), de esta forma se contribuye al establecimiento de redes, aprendizaje cooperativo y al fortalecimiento de este sector dentro del tejido empresarial colombiano. Sin embargo, dentro de los procesos de asociación se consolida como un obstáculo la visión competitiva en tanto, se cree que no es posible construir un objetivo común sin dejar de un lado el beneficio propio, razón por la cual, Isabela Echeverry de la Cámara de Comercio de Cali resalta en su intervención en Acelera Nación Emprendedora (2021) que se tiene una visión de un Egosistema y no de un Ecosistema emprendedor, lo que impide generar valores de reflexión, humildad y aprendizaje cooperativo.
Este posicionamiento en el sector, permite reflexionar sobre la importancia de expandir estos modelos de negocios por todo el territorio nacional, de forma que, no se concentre únicamente en las grandes urbes como Bogotá y Medellín sino que se le permita al resto del país contar con este modelo disruptivo, innovador y que le apunta en ascenso a los modelos de la cuarta revolución industrial; sin embargo, la cuestión que se refleja en torno a esta situación es ¿Cómo conseguir una evolución de los modelos de negocio tradicionales a modelos de negocio modernos como son las Fintech?, siendo un precedente las asimetrías de información, la desigualdad en las oportunidades y los contextos diferentes del territorio que per se, se constituyen como un obstáculo en el camino de emprender en Colombia.
Ahora bien, en mi opinión la respuesta está presente dentro del ecosistema, solo que ese sesgo del Egosistema impide que realmente cada emprendedor pueda llegar a ella. Para fortalecer esta cuestión, es esencial una visión de aprendizaje continuo, de aprender a desaprender y de tener la capacidad de entender que las experiencias de otros emprendedores pueden ser un insumo clave para direccionar mi emprendimiento, para apuntarle a la innovación y, para hacer parte de este ecosistema que es clave para el crecimiento y desarrollo económico del país.
Finalmente, este contexto en el que vivimos nos apunta cada vez más a comprender la importancia de transitar de modelos tradicionales a modelos modernos, donde sea posible incluir la innovación como un insumo esencial para generar valor y, sobre todo impactar a la sociedad porque únicamente no es relevante como con estos modelos se contribuye al crecimiento económico, sino como realmente este impacta en el desarrollo económico, desarrollo humano y en indicadores macroeconómicos como el desempleo. Es de esta forma, que podemos contribuir al fortalecimiento de nuestro tejido empresarial, a la consolidación de Nación y a la disminución de las brechas de desigualdad que son palpables en nuestro territorio.
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Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, con Maestría en Derecho y Economía de Seguros de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Ha desempeñado cargos públicos desde 1999 como Secretario General de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, Procurador Cuarto Delegado ante la Sección Tercera del Consejo de Estado, Vicepresidente de la Comisión Nacional de Control y Asuntos Electorales de la Procuraduría General de la Nación, y desde el 2015 hasta el 2019 fungió la Dirección General de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Desde 1999 y hasta la fecha, ha sido Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana y ha publicado diferentes artículos en las Revistas Oficiales de la Universidad, como también, ha escrito y publicado varias obras jurídicas publicadas por la misma Facultad, de estas destacan Lecciones de Derecho Procesal Administrativo y Derecho Procesal Administrativo Tomo I y II, entre muchas otras.
Actualmente se desempeña como Director General de la Fundación Colombia 2050.