Por: Juan Pablo Daza
La idea de que los liderazgos deben ser ejercidos por autoridades individuales, por aquellos que cuentan con las suficientes influencias de poder tradicional, o como se conoce popularmente palancas, o por quienes poseen características carismáticas, es anticuada, sobre todo frente a los paradigmas contemporáneos de gobernanza que ven la necesidad de una redistribución y transferencia del poder de la toma de decisiones desde lo público. Este paradigma, significa un mayor protagonismo de la sociedad civil, la ciudadanía y el sector privado, de manera que el Estado se vuelva un articulador de las demandas de estos grupos de la sociedad y de que se logre una mayor satisfacción de la población respecto a sus condiciones de vida, además de que se avance más rápido hacia un escenario de desarrollo sostenible, entendiendo este como el alcance de las metas propuestas por la asamblea general de la ONU en la Agenda 2030. En otras palabras, el poder hoy debe ser compartido.
Lograr una toma de decisiones por parte de los gobiernos más influenciada por la sociedad, se lograra en medida que esta lidere a través de estructuras cohesionadas y organizadas, es entonces que podemos entender los liderazgos colectivos como “la capacidad de una comunidad de transformar su propia realidad y de construir colectivamente y corresponsablemente un futuro más próspero” (Montoya D, 2018).
Estos liderazgos, debe tenerse en cuenta, no son homogéneos ni una tarea fácil, en cambio deben ser constituidos en principio desde la pluralidad y diversidad de actores e ideas, de manera que se logren consensos que reúnan a través del dialogo y la investigación, la mayoría de valores y percepciones que el amplio espectro social tiene frente a la búsqueda de un objetivo en común. También quienes conforman estos liderazgos deben ser personas receptivas, capaces de concertar y buscar puntos comunes ante ideas que parecen caminar hacia direcciones contrarias, además de tener capacidades de resolución de conflictos, para mantener estas colectividades, que por su propio deber de ser diversas, tienden a ser frágiles y de fácil dispersión.
Los liderazgos colectivos también destacan por tener un alto componente pedagógico y educativo, el liderazgo colectivo son habilidades que deben desarrollarse en la personas de manera conjunta y que además dependen de lograr cohesión social, entendida esta última como la legitimación del otro en la sociedad, es decir, la asignación de valor e importancia de las problemáticas y visiones sobre el mundo del otro (Hurtado A, 2012). Es decir, los procesos de conformación de liderazgos colectivos, solo son posibles cuando se logra generar confianza y solidaridad entre las personas implicadas.
Estos liderazgos colectivos se vuelven fundamentales para evitar gobiernos populistas de tendencia autoritaria y para lograr el mantenimiento y fortalecimiento de democracias frágiles como la colombiana, en cuanto a que el malestar de la ciudadanía se ha generalizado debido a la desconexión en la implementación de soluciones públicas por parte de quienes gobiernan, con quienes son aquejados por los problemas, haciendo que se pierda legitimidad en el sistema democrático representativo, lo que genera a su vez un desinterés de la población por participar activamente en política, ya que no encuentran en ello oportunidad de resolver sus preocupaciones públicas. Esto crea un círculo vicioso en detrimento de la democracia, en el que cada vez más, gobernará una persona que representará a una fracción más pequeña de la población, las soluciones cada vez estarán más desconectadas de la realidad y el desinterés en participar en política aumentará.
Esta situación indeseada de círculo vicioso puede verse reflejada, a través de la última encuesta de cultura política del DANE en 2019, en la cual se observa que el 51% de los encuestados no participó en las últimas elecciones presidenciales realizadas, las cuales correspondían a les del periodo 2018 -2022. La decisión de no participar se debió a 5 razones principales: los candidatos prometen y no cumplen; los políticos son corruptos; falta de credibilidad en el proceso electoral; desinterés; los partidos o movimientos políticos no representan a los ciudadanos. Esto indica que ante la incapacidad de respuesta del Estado ante problemáticas sociales y la captación del poder por líderes individuales que representan intereses de muy pocos, los ciudadanos deciden desentenderse políticamente y renunciar a sus derechos, generando como un efecto no deseado y contraproducente la perpetuidad de políticos que no los representan, ni que satisfacen los intereses sociales, sin que los ciudadanos sean conscientes de ello.
Es por esto, que existe una responsabilidad ética de nosotros como ciudadanos de organizarnos colectivamente en torno al objetivo de romper ese círculo vicioso que lleva al debilitamiento de la democracia. Es deber de quienes somos conscientes de esta situación, arriesgarnos a confiar en el otro, a generar consensos de ideas, a invitar a la acción ciudadana a través del ejemplo y la puesta en práctica del discurso, salirnos del embotellamiento polarizador en el que nos han atrapado algunos políticos y tomar la batuta de las decisiones de política pública, para hacer una transición más rápida hacia una sociedad más empoderada, equitativa, próspera y democrática. ¿Aceptas el reto?
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Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, con Maestría en Derecho y Economía de Seguros de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Ha desempeñado cargos públicos desde 1999 como Secretario General de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, Procurador Cuarto Delegado ante la Sección Tercera del Consejo de Estado, Vicepresidente de la Comisión Nacional de Control y Asuntos Electorales de la Procuraduría General de la Nación, y desde el 2015 hasta el 2019 fungió la Dirección General de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Desde 1999 y hasta la fecha, ha sido Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana y ha publicado diferentes artículos en las Revistas Oficiales de la Universidad, como también, ha escrito y publicado varias obras jurídicas publicadas por la misma Facultad, de estas destacan Lecciones de Derecho Procesal Administrativo y Derecho Procesal Administrativo Tomo I y II, entre muchas otras.
Actualmente se desempeña como Director General de la Fundación Colombia 2050.