¡Todos podemos ser agentes de cambio! Esta frase inspira e invita a los jóvenes a ser partícipes de esta nueva realidad que requiere que estemos más activos y prestos a liderar los procesos que este mundo en crisis nos demanda.
Los jóvenes cada vez nos acercamos más a nuestro entorno, cada vez es menos ajeno, pues en esta realidad digital en la que estamos sumergidos las situaciones no solo están a la orden del día, si no que nos están afectando, por esto los jóvenes alzamos más la voz en contra de la contaminación, corrupción o discriminación, ya que esas luchas colectivas ya son nuestras.
Desde muy joven he tenido la oportunidad de trabajar de la mano de la comunidad, acompañar sus procesos y, sobre todo, conocer las necesidades y oportunidades que tiene el territorio y sus habitantes. Una labor que nos hace abrir los ojos a una mirada nueva que se separa de lo individual para situarse en lo colectivo y así trabajar por una mejor comunidad y nación.
En el grupo de agentes de cambio de la vereda de Fagua del municipio de Chía, yo era la única joven del equipo, ya que en su mayoría quienes buscaban una transformación en el territorio eran hombres y mujeres de edad más avanzada, quienes no gestaban ninguna iniciativa para invitar a los jóvenes a participar. Pero veían la falta de colaboradores en los procesos comunitarios, y aún siendo conscientes de la necesidad de generar un relevo generacional no se trabajaba para ello, cuando los jóvenes deberían ser quienes lleven la batuta de los procesos de liderazgo colectivo.
Como dice Klaudio Duarte, “los modos de acceder a la participación en sus territorios por parte de las y los jóvenes, se estructuran desde la perspectiva de ganar espacios” (Duarte Klaudio,2013). Por eso actualmente vemos que los jóvenes están posicionando agendas muy contundentes frente al cambio climático como el movimiento “Climate Strike” de Greta Thunberg o campañas en contra de la violencia de género como “El violador eres tú”.
Como agentes fundamentales en la democracia, los jóvenes quedan referido como actor estratégico y garante de ciudadanía, lo que permite reconocer su valor como ser flexible y abierto a los cambios, expresión clave de la sociedad y la cultura global, con capacidades y derechos para intervenir protagonicamente en su presente, construir democracia y aportar al desarrollo colectivo, manifiesta Dina Krauskopf, Consultora Internacional en Programas y Políticas de Adolescencia y Juventud.
La indiferencia sigue siendo un fenómeno que sigue presente en la juventud colombiana, Inka Mattila, Directora de país adjunta del PNUD en Colombia, dice que para combatirla se deben poner en los zapatos del otro, entender la realidad de otros jóvenes que estando en el mismo país viven varios tipos de conflictividades y en ese punto asumir un papel más consciente, en el que tengamos jóvenes más empoderados y dispuestos a promover estrategias de transformación.
Con base en lo anterior, desde la última década el ciberactivismo ha trascendido en las prácticas ciudadanas con la aspiración de generar un cambio social, según el Ministerio de las TIC el activismo digital es el “ejercicio de la ciudadanía y del compromiso social mediante la participación activa en redes sociales de personas naturales o jurídicas creando dinámicas de información, sensibilización, educación y movilización social usando la web» (MinTic, 2020). Mientras que la doctora en comunicación Noelia García Estévez nos da un concepto más amplio explicando que el ciberactivismo «se basa en el uso de las tecnologías de la comunicación y la información con fines activistas, gracias a su rápida y eficaz comunicación, capacidad de difusión de información específica a audiencias grandes y específicas, así como la coordinación» (García Noelia, 2017)
Entendiendo estos conceptos podemos decir que el ciberactivismo ha propiciado escenarios para desarrollar acciones de convocatoria, visibilización y movilización, y del mismo modo, para promover alianzas y apoyos, y manifestar posiciones frente a los hechos que son noticia en el país.
La situación actual generada por la pandemia ha acrecentado el fenómeno del ciberactivismo porque ahora no podemos salir a la calle a manifestar nuestras inconformidades, los nuevos escenarios de participación y debate son los digitales. Pero esto abre la puerta a un gran número de oportunidades de participación ciudadana, para que la ciudadanía cree nuevas formas de hacer protesta y más jóvenes puedan interesarse en los temas de la agenda pública nacional.
Una de las críticas más recurrentes, según Luis José Peñaredonda, editor y periodista en Cultura Digital, es que se percibe al ciberactivismo como muy sencillo dado que una persona puede manifestar sus opiniones en redes sociales de forma inmediata y que a la hora de llevarlo a un escenario más tangible como las elecciones no se genera la misma participación ciudadana. Resalta también que el cambio social se logra a través de organizar a las personas, destinar tiempo y recursos.
Sumándose a esta hipótesis, Olga Rueda Barrios, especialista en comunicación de la Era Digital, argumenta que, en el caso colombiano, la posibilidad de ejercer poder desde la sociedad de la red implica fortalecer, primero, la cultura política para promover conocimientos y actitudes en los ciudadanos frente a aspectos esenciales de la vida política con el fin de tener una incidencia real en la calidad de la democracia.
Por esto, en los últimos tiempos han surgido nuevas políticas públicas que tienen en cuenta a los jóvenes como actores principales para el desarrollo, con derechos políticos, sociales, económicos y civiles como la Plataforma Nacional de Juventud, Jóvenes por los ODS y los espacios de participación que genera Colombia Joven en pro de fortalecer el ejercicio ciudadano de los jóvenes del país.
Escenarios que son dados por las instituciones tanto gubernamentales como privadas para el desarrollo de las capacidades de liderazgo y participación social y política de la juventud del país.
Teniendo en cuenta la realidad que enfrentamos, la presencia digital es fundamental en las dinámicas de la sociedad, pero no debe ser la única, pues como lo mencionamos, instituciones públicas y privadas brindan espacios de participación juvenil que tienen una incidencia en la agenda pública regional o nacional.
Por eso, a la hora de ser más ser más activos y participativos de la realidad del país nosotros, los jóvenes, tenemos varias opciones. Con base en lo descrito en este artículo, invitamos a la juventud colombiana a exponer sus opiniones en las redes sociales y demás plataformas digitales, pero no quedarse ahí sino explorar esos espacios de participación que nos lleven a los procesos de toma de decisiones de la agenda pública nacional con el propósito de fortalecer el liderazgo juvenil y aumentar la acción positiva de los jóvenes en la búsqueda de soluciones a las problemáticas territoriales del país.
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Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, con Maestría en Derecho y Economía de Seguros de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Ha desempeñado cargos públicos desde 1999 como Secretario General de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, Procurador Cuarto Delegado ante la Sección Tercera del Consejo de Estado, Vicepresidente de la Comisión Nacional de Control y Asuntos Electorales de la Procuraduría General de la Nación, y desde el 2015 hasta el 2019 fungió la Dirección General de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Desde 1999 y hasta la fecha, ha sido Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana y ha publicado diferentes artículos en las Revistas Oficiales de la Universidad, como también, ha escrito y publicado varias obras jurídicas publicadas por la misma Facultad, de estas destacan Lecciones de Derecho Procesal Administrativo y Derecho Procesal Administrativo Tomo I y II, entre muchas otras.
Actualmente se desempeña como Director General de la Fundación Colombia 2050.