Traemos un pasado de violencia y de variadas facetas de agresividad entre nosotros, entre hermanos. Desde hace alrededor de doscientos años nos hemos venido matando unos a otros, por motivos políticos, sociales, económicos, por razones divinas y humanas, por un lápiz, por un piropo, por una mirada. En ocasiones, apenas, por que sí. ¡Qué tristeza!. ¡Qué dolor ver cómo generaciones tras generaciones, seguimos sacrificando hombres y mujeres de nuestro pueblo!. Hemos sí avanzado en muchos aspectos. El Estado ha crecido y llegado a mucho sitios –aun cuando en algunos otros lugares sigue ausente-, la infraestructura del país ha permitido conectar las diferentes regiones y ha llegado el desarrollo a muchas regiones. Desde el punto de vista económico, el país produce muchos bienes y servicios, incluso para obtener divisas que irrigan la vida nacional. Hemos logrado avances significativos en muchos sectores.
Esa violencia que ha vivido con nosotros con múltiples caras, tiene dos elementos comunes: La polarización o radicalización de posiciones ideológicas que refleja un antagonismo que coloca a unos como buenos y otros como malos, a unos de derecha y a otros de izquierda, y la intolerancia como aquella carencia de entendimiento de las posturas o pensamientos diferentes. La polarización y la intolerancia conducen a situaciones de intransigencia y de agresividad en las relaciones interpersonales del día a día. Ataques contra las mujeres, contra las personas LGTBI, contra los hinchas del equipo de fútbol contrario, contra quienes piensan diferente, contra el Transmilenio, contra los agentes policías y autoridades, son todas expresiones de ese mal que nos aqueja en el día a día de los colombianos. Estas manifestaciones que conducen a acciones de diversa índole afectan la concordia y la tranquilidad para el desarrollo de las diferentes actividades de las personas y los niveles de productividad económica y de crecimiento personal en nuestras comunidades.
De otro lado, resulta también sorprendente observar cómo algunos dirigentes políticos, incluso varios con grandes caudas, apelan al odio, a la mentira, a la difamación para obtener más seguidores, para obtener más apoyos, para su actividad proselitista. Inaudito resulta que para hacer política, no solo utilicen estas estrategias tan censurables, sino también que así se conviertan en el ejemplo a seguir para muchos de sus partidarios. ¡Qué mal ejemplo, que para desarrollar sus trabajos con la comunidad estén sembrando polarización, radicalización e intolerancia!!!!
Debemos cambiar. Urge una gran transformación, personal e institucional. Se imponen como tareas esenciales la pedagogía de las juventudes, la formación como personas, promoviendo sus virtudes y sembrando en ellos la necesidad de trabajar por el “nosotros”. Es necesario dejar ese individualismo a ultranza, ese primero yo, segundo yo, y luego yo, para sustituirlo por el nosotros, por ver como alcanzamos mejoras individuales y colectivas. Entre todos debemos aumentar la consciencia colectiva, la madurez como personas y como sociedad. Y esto se predica de aquellos líderes políticos y de comunidades que deberían transmitir mensajes de optimismo, de construcción conjunta de lo público, de la superación colectiva de los problemas comunes.
Obviamente, la superación de estas condiciones que iluminan nuestro día a día no se logra de un día para otro, ni tampoco con unos pases de magia. No, implica el desarrollo de acciones comunes, positivas, de una estrategia común, compartida entre todos los sectores sociales para cultivar al ciudadano. Requiere que desde los hogares, desde los colegios y establecimientos educativos, las universidades adelantemos acciones para inculcar valores cívicos y democráticos en los niños y en los jóvenes. Para que ellos entiendan que el hombre tiene no solamente una faceta individual, sino una social, colaborativa, que se desarrolle bajo esquemas conjuntos siempre pensando en el nosotros. Para que los infantes y nuevos ciudadanos vean que lo “público” es de todos y para todos. Que debemos cuidar las obras de la comunidad, y que entre todos debemos propender por seguir construyendo sobre lo ya construido.
Entre las acciones para adelantar, debemos rescatar aquella política pública del entonces alcalde de Bogotá, don Antanas Mockus, la cultura ciudadana. Un conjunto de herramientas pedagógicas nos hicieron pensar sobre el cinturón de seguridad, sobre el paso peatonal de las intersecciones viales, sobre el debido comportamiento individual en las vías y lugares públicos. Generaron conciencia y lograron interiorizar en muchos de nosotros algunas ideas esenciales para la convivencia. En vez de salir a “twittear” improperios o lanzar comentarios exacerbantes por las redes sociales, los dirigentes públicos deberían apelar a estrategias de cultura ciudadana, no sólo como representantes populares y funcionarios de los “público”, sino como ejemplos de seguidores y adversarios.
¿Qué hacer?. Luego de una reflexión sobre nuestro papel como personas en el hoy y en el ahora, adelantar todas las acciones de cambio para hacer conciencia del otro, del nosotros y de lo colectivo, para implementar todos los mecanismos que nos sirvan para transformar nuestros entornos. Adelantar un cambio inmediato para incluir dentro de todas las actividades formativas, un conjunto de tareas pedagógicas de cultura ciudadana. Tenemos una tarea esencial para dejar un mejor país para las próximas generaciones. Debemos ver al otro como nos vemos a nosotros mismos, con los mismos ojos, respetar lo ajeno y lo público, tolerar las diferencias de toda índole, y trabajar por el desarrollo de nuestras comunidades. Debemos estimular el liderazgo positivo en los jóvenes, para que se conviertan en los dirigentes que ayudarán a transformar nuestro país.
Con una estrategia semejante lograremos elevar los niveles de conciencia individual y colectiva, avanzaremos en la construcción de tejido social, creceremos como personas y como colectividad. Pero es un esfuerzo y tarea de todos!!!!.
La Fundación Colombia 2050 surgió con estos propósitos: Sembrar en los jóvenes esa semilla para trabajar por nuestro país, por transformar nuestras comunidades, y propender por el fortalecimiento de nuestra democracia. Trabajaremos incansablemente en estrategias para la cultura ciudadana, para colaborar en la formación de nuestros jóvenes y en el descubrimiento de talentos para la administración de lo público, para que entre todos podamos dejar a nuestros hijos un mejor entorno.
Cookie | Duración | Descripción |
---|---|---|
cookielawinfo-checbox-analytics | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Analytics". |
cookielawinfo-checbox-functional | 11 months | The cookie is set by GDPR cookie consent to record the user consent for the cookies in the category "Functional". |
cookielawinfo-checbox-others | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Other. |
cookielawinfo-checkbox-necessary | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookies is used to store the user consent for the cookies in the category "Necessary". |
cookielawinfo-checkbox-performance | 11 months | This cookie is set by GDPR Cookie Consent plugin. The cookie is used to store the user consent for the cookies in the category "Performance". |
viewed_cookie_policy | 11 months | The cookie is set by the GDPR Cookie Consent plugin and is used to store whether or not user has consented to the use of cookies. It does not store any personal data. |
Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, con Maestría en Derecho y Economía de Seguros de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Ha desempeñado cargos públicos desde 1999 como Secretario General de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, Procurador Cuarto Delegado ante la Sección Tercera del Consejo de Estado, Vicepresidente de la Comisión Nacional de Control y Asuntos Electorales de la Procuraduría General de la Nación, y desde el 2015 hasta el 2019 fungió la Dirección General de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Desde 1999 y hasta la fecha, ha sido Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana y ha publicado diferentes artículos en las Revistas Oficiales de la Universidad, como también, ha escrito y publicado varias obras jurídicas publicadas por la misma Facultad, de estas destacan Lecciones de Derecho Procesal Administrativo y Derecho Procesal Administrativo Tomo I y II, entre muchas otras.
Actualmente se desempeña como Director General de la Fundación Colombia 2050.