Por: Alvaro Galindo
La Leyenda de Yurupari
Así, en tres días, la Yurupary-oca (Casa de piedra de Yurupari) quedó lista y esto porque la piedra estaba aún iaquira (blanda).
Faltaban quince días para la llegada de Yurupary y los viejos resolvieron aprovechar el tiempo explorando los alrededores. Con el primer canto del buá-buá (Especie de Sapo, rana, bufo agua) se metieron en el bosque en dirección del Oriente. Caminaron el espacio de un grito (500 metros, donde más lejos alcanza la voz humana en la selva) encontrando un ancho camino que siguieron, y de repente oyeron ruidos, cantos y risas.
—Compañeros —dijo uno de los viejos—, aquí cerca hay una aldea,
¿qué debemos hacer?
Ir hasta allá —dijeron los otros—. Estemos seguros que no nos tomarán por enemigos, y llegaremos en buena ocasión; la música nos dice que están en tiempo de fiesta.
—¡Entonces vamos!
Apenas los viejos tenuinas fueron descubiertos por los nunuibas, salió a su encuentro para recibirlos un grupo de bellas jovencitas que los invitaron a tomar parte en la fiesta, celebrada en ocasión de la boda de la hija del íuixáua.
Nunuiba en persona vino a saludar a los recién llegados y los condujo a la sala de la danza, dando a cada uno una maraca, signo de amistad y de paz cuando viene de las manos de un jefe.
Después de beber algunas cuia (totumas) de cachiri (chicha) y de capypinima (alucinógeno) entraron también los viejos en el círculo de las danzas, teniendo cada uno una graciosa joven a su lado.
Ermanno Stradelli
HEE YAiA
GODO ~BAKARi
El Territorio De Los Jaguares De Yurupari
LOS CERROS -ESTANTILLOS DE YURUPARi
y CERA DE ABEJAS DONDE SURGIÓ LA GENTE
-Hee Botari ~Bakar+k+ro ~Basa Yuhuri Wereag+ Hee B+k+a Botari-
Los Estantillos de Yurupari son los Cerros que contienen el poder del Gran Yurupari y de los Cuencos Sagrados de Cera de Abejas. Por esos Cerros pasaron las Anacondas durante el Recorrido del Surgimiento y Evolución de la Humanidad y recibieron poderes para el manejo del territorio. Los Cerros transfieren a los ~Kubua los poderes del Gran Yurupari y de los Cuencos de Cera de Abejas cuando hacen prevención-rezo del mundo.
Por eso, el ~Kubu recorre en forma de espíritu los Cerros-Estantillos, mientras hace prevención. De allí, toma el poder para controlar los efectos de la maldad que aparecen en el cielo en forma de largas nubes -~Kubuaye Bikia ~Hairi-.
Esas capas de maldad que aparecen con el tiempo, son rechazadas por el ~Kubu con el poder de los Estantillos de Yurupari de Origen, -Hee Bikia Botari-. De esta forma se calman los relámpagos que producen las enfermedades, ya que estos Cerros fueron dejados desde el origen con poderes para aplacar esas maldades.
Varios Autores, recuperado de https://www.gaiaamazonas.org/uploads/uploads/books/pdf/El_Territorio_de__los_Jaguares_de_Yurupar%C3%AD__Gaia_Amazonas__ACAIPI__2012_.pdf
Atambores
Suena El Manguaré, el Tunday, nos llama, (dicen que su sonido llega a más de 16 kilómetros de donde lo están tocando), un Payé Makuna, en el Pirá está llamando a celebrar, además, han salido varios emisarios a las comunidades cercanas a invitar. Suenan atambores como decía Gaspar de Carvajal, el sonido de ayer, ronco y lejano, era anunciando la llegada de intrusos, de alerta, el de hoy, brillante, es de celebración.
Parece que la selva entrara en éxtasis, sus colores son más vivos, sus sonidos más agudos, el canto de la rana nos dice que algo importante está por pasar.
El sonido se multiplica, es como si una anaconda invisible estuviera transitando y llevando ese retumbe consigo misma llegando a los lugares mas apartados, desde el Piraparaná, el Apaporis, hasta el Rio Negro, devolviéndose por donde llegaron esos seres detrás del Caucho, esos seres que hablaban una lengua diferente, esos seres blancos que algunos llamaban caníbales porque se llevaban a la gente en jaulas y no los volvían a ver. Ese rio Negro que trajo el maleficio de la gente de otras tierras. Ese río, ese árbol ancestral cuyo tronco es tal vez el más ancho de la zona, tal vez del mundo. Negro, muy negro, parecería un rio de aceite, de petróleo, anunciando un porvenir macabro. Caucheros, Misioneros, todos blancos que contrastan con el fondo, vinieron del Amazonas al Nor-Oriente, después Vaupés, después Tiquié, ríos y charcos angostos, que con sus rápidos trataron de impedir el paso, y lo lograron, defendiendo a toda una civilización.
Yuruparí es el nombre, Yuruparí es el llamado, Yuruparí es la celebración, la esencia por la cual me doy cuenta que esos seres que me invitan a participar, están no solamente presentes, sino fortalecidos, una cultura que quiso vivir y vivió cobijada durante siglos por un manto verde impenetrable, a veces ni siquiera por el gran dueño, el gran señor, cuyos rayos amarillos están representados por varios seres aquí en la tierra, por el Jaguar, por ese personaje que transita las diferentes esferas del cosmos como Payé, o diferentes espacios como gran señor de la selva. Esa transmutación mágica que se logra en la Maloca, que logra el bejuco, que transforma a un ser humano en jaguar, esa transmutación que solamente ocurre bajo un estado extático producido por el caapi y la atmósfera, la humedad, los sonidos, el ambiente, esa transmutación que los extraños creyeron un estado de conexión con diablos traídos de occidente, con diablos que no existen o que existen pero lejos, muy lejos, en las mentes enfermas de los ciudadanos de la gran metrópoli, esos diablos que matan, esos diablos que suicidan, esos diablos que viven lejos muy lejos de la selva no son los Hombres Jaguar, el Hombre Jaguar vuela, me lo dijo el grillo, el Hombre Jaguar, levita, el Hombre Jaguar transgrede el espacio, el tiempo, llega antes y va después, cuida al que tiene que cuidar y agrede al que tiene que agredir.
Canoas vienen, los ríos ancestrales parecen volver sus pasos en el tiempo, hileras de gente navega haciendo caso al llamado, a la invitación, es conmovedor, clanes enteros, hombres, mujeres, remando con atuendos y pinturas en sus cuerpos, pinturas que anuncian una gran fiesta, atuendos que representan el espíritu de un lugar sagrado, plumas, flautas, cerbatanas, otro mundo, otro bello mundo. Suenan las flautas de Yuruparí, segundos antes las mujeres han desaparecido, tal vez desintegrado, no lo sé, es indescriptible, no hay palabras, es emocionante el sonido de la selva, del ambiente. Ha comenzado la gran fiesta, el Yuruparí está aquí. Las flautas, salidas de una corteza de un árbol que no conocemos, que es sagrado, que anunciaron el inicio ya no están, quien sabe donde, tal vez en el río, debajo del agua para proteger a las mujeres que no las pueden ver, ni tocar, ni nombrar, porque podrían entrar en un estado de trance irrecuperable, ahora si, ellas, las mujeres, después de que las flautas ya no están, van apareciendo como por arte de magia, también con una pintura rojiza ceremonial en su cuerpo, en sus senos descubiertos. Los hombres han traído gran cantidad de frutas silvestres del bosque y las han depositado en un balay en el centro de la Maloca, el Payé se acerca a la caja sagrada del plumaje que está colgada en un sector de honor, la descuelga y saca de ella su atuendo, su corona de plumas de guacamaya, sus maracas, sus sonajeros de los tobillos, todo para dar inicio al tributo de la ley de origen, el mambe de un verde espectacular ha sido preparado con anticipación, la ayahuasca también, el casabe, la chicha, pescado y carne seca para ofrecer a los invitados, todo está dispuesto.
En nuestro calendario es 1492, o tal vez unos años menos, 1400, o 1300 o tal vez más, 2021. El tiempo desaparece, entramos en un estado de catarsis, no vamos para adelante, pero tampoco para atrás, ni para arriba, ni para abajo, no hay viento, el sonido se fue, los pájaros, las cigarras, los animales están en silencio, el sonido de la selva se detiene, algo va a comenzar, la extraordinaria, a veces abrumadora energía de la naturaleza está en su culmen, nunca mis sentidos habían percibido algo igual, es como si una fuerza interna recorriera todo mi cuerpo, a veces dejándome descompuesto, pero siempre ahí, preparado para ver lo extraordinario que iba a ocurrir. Cómo entender nuestro origen, como entender que de la vía láctea descendió una canoa con gente del cosmos, gente que está aquí, gente que somos nosotros, gente que son las plantas, los árboles, los insectos, los animales, los peces, haaa y el grillo que me acompaña. Gente del Agua, Gente de Hierro, Gente de Madera, Gente de todas partes.
El Payé o tal vez el Cumú se levanta, empieza a caminar dentro de ese espacio sagrado, esa representación del universo, recita, comparte una serie de pensamientos alusivos al origen, siempre con su tabaco exhalando el humo para dar poder, dar tranquilidad al que lo está recibiendo, como un manto protector que rodea el aura de esa gente, de nuestra gente, un purificador para que no se corrompan con la llegada de pensamientos lejanos y perturbadores que trajimos nosotros, pero que a su vez al ser alcanzados por ese humo igualmente nos purifica también, cuando termina de hacer sus recitaciones, acordándonos que el respeto, la reciprocidad son fundamentales para un equilibrio en el planeta, suena una flauta, un canto, empieza un baile, muchos bailes.
Uno a uno se van levantando los hombres de la maloca, un ritmo estremecedor se apodera de ellos, están en trance, no me cabe la menor duda, sus conversaciones profundas, acompañadas de mambe los va situando en ese estado que el Yajé se encarga de, en varias etapas, conectarlos como si fueran un solo ser, una sola persona, una sola entidad, sus cuerpos están ahí, sus almas en el cosmos, sus cuerpos están siendo manejados por hilos invisibles sobrenaturales, es la evidencia absoluta de la energía que nos transgrede, que nos atraviesa, que en algún momento entendí que va de un lugar a otro, aun lugar del planeta, a un lugar del universo, a la vía láctea a otras galaxias, a otras mentes, a otros seres, una energía que definitivamente nos hace bailar, pensar, cantar en la maloca del universo, en nuestra casa, en nuestro hogar, en nuestro mundo.
A esta entidad rítmica masculina se unen las mujeres y en algún momento la celebración adquiere un tono erótico, sensual, una sensualidad inscrita en el orden natural de la vida, un llamado a la necesidad del opuesto, a la necesidad del otro, a la necesidad de los demás seres para que la vida misma exista, que sea posible, una sensualidad inherente a la naturaleza, al universo. Es impresionante el poder que exhala ese templo, la maloca pareciera que fuera a estallar, esos pasos que se dan de afuera hacia el centro, generan tal fuerza que parecería que desfogaran en la cúpula de la maloca. El llamado está hecho, las familias pueden hacerse, pueden desarrollarse bajo las premisas exogámicas basadas en el lenguaje, en el conocimiento ancestral, ya puede extenderse el clan, la tribu. El ritual de Yuruparí cumplió y llegó a su fin, o tal vez, acaba de empezar…
Yuruparí es un estado del ser, un estado anterior a la sociedad contemporánea. En la actualidad existe como otra dimensión de la realidad cotidiana (Cayón 2012).
El canto de la rana nos dice que algo está por comenzar, un sonido, un mundo vivo, una selva palpitante en el noroeste amazónico,…
Es así la vida en la selva, una vida pura, conectada al cosmos,
una vida, donde el hombre vuela,
donde el hombre danza,
donde el hombre pinta, invocando almas.
“Si los blancos no quieren que se acabe la vida, no incentiven más la industria que vive de las entrañas de la tierra, busquen otro camino, no exploten oro ni los demás minerales, encuentren maneras de progresar que no dañen a la madre naturaleza, si seguimos el camino que estoy proponiendo, la vida humana podrá seguir durante mucho tiempo más”.
Rondón Tanimuka
Autoridad Tradicional
Etnia Yairimara
Nororiente Amazónico
Colombia
Nota:
Hoy 9 de Agosto se celebra el día internacional de los Pueblos Indígenas y queremos recordar que el Conocimiento Tradicional de los Chamanes del Jaguar del Yuruparí fue formalmente incluida en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO en el año 2011
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Abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, con Maestría en Derecho y Economía de Seguros de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Ha desempeñado cargos públicos desde 1999 como Secretario General de Casación Civil de la Corte Suprema de Justicia, Procurador Cuarto Delegado ante la Sección Tercera del Consejo de Estado, Vicepresidente de la Comisión Nacional de Control y Asuntos Electorales de la Procuraduría General de la Nación, y desde el 2015 hasta el 2019 fungió la Dirección General de la Registraduría Nacional del Estado Civil.
Desde 1999 y hasta la fecha, ha sido Profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana y ha publicado diferentes artículos en las Revistas Oficiales de la Universidad, como también, ha escrito y publicado varias obras jurídicas publicadas por la misma Facultad, de estas destacan Lecciones de Derecho Procesal Administrativo y Derecho Procesal Administrativo Tomo I y II, entre muchas otras.
Actualmente se desempeña como Director General de la Fundación Colombia 2050.